Mayo es el "mes de la concientización zombi". Para conmemorar la ocasión, Noam Leviatan hace una reseña de la historia de los muertos vivientes, la ciencia de los zombis reales e imaginarios, el vínculo entre los zombis y la salud pública, y las formas de aumentar las posibilidades de sobrevivir a un apocalipsis zombi.
Los zombis han sido parte de la cultura popular durante muchos años. Pero en las últimas décadas, su popularidad se ha disparado y ahora se pueden ver en todas partes, desde juegos de computadora hasta series de televisión, películas, libros, cómics y en las calles, en "caminatas de zombis". De hecho, han ganado tanta popularidad que mayo fue declarado el Mes de la Concientización Zombi.
La campaña de concientización, solo sombría en apariencia, fue lanzada en 2007 por la Zombie Research Society, que eligió ese momento particular por las numerosas películas de zombis, como "La Noche de los Muertos Vivientes", ambientadas en mayo. El objetivo declarado de la campaña es aumentar la concientización acerca de los muertos vivos y la inevitable pandemia de zombis. Y si la gente también aprende cómo prepararse y hacer frente a otros desastres del mundo real, bueno, es un punto a favor.
Según la Zombie Research Society, un zombi es "un cadáver humano reanimado e implacablemente agresivo impulsado por una infección biológica". Los zombis tienen un hambre insaciable de carne humana y su mordedura puede transformar a otros en zombis. Estos son los zombis modernos que generalmente nos vienen a la mente cuando escuchamos la "palabra Z" y que se retratan en la televisión y las películas, como World War Z, The Walking Dead, Zombieland, y Pride and Prejudice and Zombies. Sin embargo, cuando los zombis hicieron su primera aparición en la cultura occidental, eran bastante diferentes.
Los cadáveres reanimados se convirtieron en parte de la cultura occidental. Una imagen de "La Noche de los Muertos Vivientes". Foto: Propiedad común.
Amanecer de los muertos vivos
Es comúnmente aceptado que la palabra "zombie" se usó por primera vez en idioma inglés en 1819 en el libro "Historia de Brasil" del poeta Robert Southey, quien también publicó "Ricitos de Oro y los Tres Osos". Pero hay evidencia de que la palabra fue introducida 14 años antes. Southey amaba tanto la palabra que llamó a su gato "Zombi".
En su libro, Southey escribió acerca de Zumbi dos Palmares, el líder afrobrasileño de una república de esclavos fugados en Brasil. Su nombre se origina en África Occidental y se deriva de zumbi, que significa fetiche, u objeto mágico, y nzambi, que significa alma o deidad en los idiomas del Congo, Angola y la República Democrática del Congo. Estas palabras llegaron a las islas del Caribe junto con los esclavos que fueron llevados a la fuerza desde África.
A mediados del siglo XVII, Francia obtuvo tierras en la parte occidental de la isla de La Hispaniola en el Caribe, que más tarde se conocería como Haití. Los franceses trajeron con ellos esclavos africanos para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y los cafetales, convirtiéndolos al catolicismo y haciéndolos trabajar hasta la muerte. Para contrarrestar las miles de muertes, los franceses secuestraban a decenas de miles de africanos cada año y los transportaban como esclavos a Haití. El comercio de esclavos convirtió a la isla en una de las colonias más ricas del imperio francés. A fines del siglo XVIII, se producía en su pequeña área el 60% del café consumido en Europa y más azúcar que la producida en todas las colonias británicas del Caribe combinadas. Durante ese período, el número de esclavos en Haití alcanzó alrededor de 700.000, la mayoría de ellos africanos, supervisados por unos 30.000 colonos blancos.
En 1791 estalló en Haití una rebelión de esclavos. Duró 12 años, durante los cuales los rebeldes derrotaron a las fuerzas militares enviadas por Napoleón Bonaparte. En 1804 se estableció el estado soberano de Haití, la segunda nación independiente de América después de los Estados Unidos.
Los esclavos africanos secuestrados eran llevado a Haití desde diferentes lugares, trayendo consigo diferentes religiones, a las cuales no renunciaron a pesar de su conversión forzada al cristianismo. La emergente religión haitiana combinó el cristianismo católico, las religiones de África occidental y las creencias de los nativos. Gracias a la independencia de Haití, esta religión no fue reprimida y evolucionó hacia el sistema de creencias y la religión que hoy se llama vudú.
Los zombis aparecieron en creencias populares derivadas del vudú y del violento período de esclavitud en Haití, del cual solo se podía escapar con la muerte. Los zombis de Haití son cadáveres sin alma traídos de entre los muertos por un hechicero o un "bokor", para servir como esclavos sin libre albedrío. Esta es la pesadilla de cualquier ex-esclavo: Levantarse como muerto viviente, esclavo durante toda la eternidad.
Creencias que nacieron de las tradiciones locales, la esclavitud y la religión vudú. Zombis en una pintura del libro The Magic Island, propiedad común
Este es un lugar mágico
Los zombis entraron en la cultura popular cuando Estados Unidos ocupó Haití, de 1915 a 1934. Los estadounidenses que visitaron Haití durante la ocupación regresaron con aterradoras historias de vudú y zombis. Uno de ellos fue William Seabrook, quien trajo los zombis a la cultura popular estadounidense: Periodista estadounidense, autor de populares libros de viajes, explorador, alcohólico, caníbal, fanático de la esclavitud y la dominación, estaba fascinado con el misticismo. Después de su visita a Haití, Seabrook publicó su libro The Magic Island en 1929, en el que describió sus experiencias en las ceremonias vudú en las que había participado y las historias que había escuchado de los lugareños. En uno de los capítulos, incluso afirmó haber conocido zombis que trabajaban en los campos de caña de azúcar.
Los zombis en las historias vestían harapos. Caminaban pesadamente, temblando y serpenteando como seres en estado de shock o ebrios. Lo peor eran sus ojos. Parecían los ojos de un cadáver. No estaban ciegos, sino que tenían la mirada perdida, en blanco, como el ganado, sin saber lo que ocurría a su alrededor. No respondían si se les hablaba y, si emitían algún ruido, era ininteligible. Lo único que hacían los zombis era trabajar en los campos a las órdenes de su amo, quien los golpeaba si trabajaban muy lentamente o si los consideraba haraganes.
Tenían prohibido comer carne o alimentos sazonados con sal, ya que un zombi que comiera esas cosas recuperaría sus recuerdos y su capacidad de hablar. Cuando esto ocurría, los zombis regresaban a su aldea o lugar de entierro, y morían. A veces, antes de regresar al lugar de entierro, los zombis eran libres de vengarse del bokor que los había levantado de la muerte y matarlo. Además de comer carne o sal, la muerte del bokor que los hubiera levantado también liberaba a los zombis para que murieran, al igual que la muerte de los Caminantes Blancos ("los Otros") o el Rey de la Noche en la serie Juego de Tronos, o en La película Hocus Pocus.
Inicialmente, Seabrook se sintió alarmado por las historias de zombis que oyó y conoció, pero luego declaró que no había nada de sobrenatural en ellas. Estos no eran muertos vivientes, sino "personas normales, miserables y mentalmente heridas, idiotas, que son forzados a trabajar como esclavos en los campos".
En febrero de 1932, solo tres años después de la publicación de The Magic Island, el libro inspiró la creación de la obra de Broadway Zombie, del dramaturgo Kenneth Webb. La obra, acerca de la propietaria de una plantación en Haití cuyo esposo se convirtió en zombi, fue un fracaso total, y terminó su temporada con solo 21 representaciones. Ese mismo año, los hermanos Víctor y Edward Halperin crearon la primera película de zombis de la historia, White Zombie, protagonizada por Bela Lugosi, quien, solo un año antes, había interpretado al famoso vampiro, el Conde Drácula. El personaje de Lugosi en White Zombie era un hechicero malvado que poseía una plantación de azúcar en Haití, cuyos trabajadores y sirvientes eran zombis que él había creado.
Los creadores de White Zombie no le dieron crédito a Seabrook, a pesar del uso de textos y descripciones del capítulo de zombis de su libro, pero él no los demandó. Sin embargo, Webb demandó a los hermanos Halperin por derechos de autor, pero perdió la demanda, y el juez dictaminó que el término "zombie" era de dominio público.
El creciente interés por los zombis llevó a los científicos y antropólogos a dedicar esfuerzos para descubrir la fuente de las historias de zombis haitianos. En 1937, la autora y antropóloga estadounidense Zora Neale Hurston publicó Tell My Horse, un libro en el que describe su investigación acerca de las tradiciones y creencias haitianas. Hurston afirmó que los zombis eran reales, que los había conocido y que incluso había tomado una fotografía de uno en un pueblo de Haití. Una familia que ella había entrevistado afirmaba que el zombi era su pariente Felicia Felix-Mentor, quien había muerto en 1907, 30 años antes, y quien, en vida, había sufrido una cojera debido a una pierna rota. El indiferente zombi cojeaba de manera similar y caminaba lentamente. El informe de Hurston fue ridiculizado: La mujer en la fotografía que tomó, en lugar de ser una muerta viviente, era una mujer discapacitada que aparentemente también padecía una enfermedad mental. Una de las familias de la aldea creía que ella era Felix-Mentor que había regresado de entre los muertos y la adoptó. Una radiografía incluso mostró que, a diferencia de Felix-Mentor, la mujer fotografiada nunca se había roto la pierna.
El tribunal dictaminó que el término zombie era de dominio público y que no podía estar sujeto a derechos de autor. Una escena de la película White Zombie, propiedad común.
Polvo zombie instantáneo
Los años pasaron sin que surgieran fundamentos realistas para los zombis. En varios casos, se decía que había personas que regresaban de la muerte como zombis a sus aldeas, y otros afirmaban haber sido zombis bajo el control de un bokor y haber sido liberados tras la muerte de éste. Algunos eran imitadores; otros, como Felix-Mentor, eran personas con enfermedades mentales, y otros, a veces también enfermos, creían de verdad e inocentemente que eran zombis. Todo eso cambió supuestamente en 1980, cuando un hombre llamado Clairvius Narcisse entró en una aldea en el centro de Haití, se acercó a una mujer y le dijo que era su hermano fallecido que había sido enterrado hacía 18 años. La mujer le creyó, ya que él se presentó usando un apodo conocido solo por ella y sus parientes cercanos, y agregó detalles que solo ellos sabían.
Al contrario de las apariciones anteriores de "zombis", la muerte de Narcisse estaba documentada. El 30 de abril de 1962, llegó al hospital estadounidense en Haití con fiebre alta y escupiendo sangre. Murió tres días después. Afirmó haber sido consciente de todo lo ocurrido, pero que no podía moverse ni hablar.
Según su relato, la noche de su entierro, un bokor lo sacó de su tumba, lo devolvió a la vida como un zombi y lo puso a trabajar con otros zombies en un campo de caña de azúcar en el norte de Haití. Solo cuando el bokor murió, Narcisse y sus compañeros zombis fueron liberados, y él vino a buscar a su familia. Sin embargo, no pudo llevar a los investigadores al campo donde supuestamente había trabajado como esclavo.
Dado que la muerte de Narcisse había aparecido en los registros del hospital, el caso llamó la atención de un psiquiatra haitiano, que había intentado durante años localizar a un zombi "real" para descubrir la verdad acerca de cómo eran creados. El psiquiatra creía que los zombis no eran personas muertas devueltas a la vida, sino que eran creados a partir de materiales que hacían que los vivos parecieran muertos. Como creía que tenía pruebas de que había zombis reales, consiguió la colaboración de investigadores de los Estados Unidos. Se puso en contacto con Nathan Kline, psiquiatra y pionero en el campo de la psico-farmacología, quien estudiaba el efecto de los medicamentos en los procesos mentales y conductuales. En 1982 Kline envió a Haití a Wade Davis, botánico y estudiante de doctorado en biología en la Universidad de Harvard.
En Haití, Davis asistió a rituales de encantamiento y quedó profundamente impresionado por ellos, sin evidencia de ningún pensamiento crítico de su parte. Se reunió con varios bokors y les pagó cantidades no reveladas, hasta que finalmente compró ocho "polvos de zombis" de bokors en diferentes zonas de Haití. Según Davis, pagó 300 dólares por cada polvo. Los polvos variaban, pero siete de ellos contenían los mismos cuatro componentes: Restos de seres humanos, sapos de caña (Rhinella marina), ranas arbóreas comunes de la isla Hispaniola (Osteopilus dominicensis) y varias especies de pez globo (Tetraodontidae).
Los cuerpos del pez globo contienen una toxina llamada tetrodotoxina. Es una de las sustancias más tóxicas del mundo y es más de 1000 veces más tóxica para los humanos que el cianuro. La tetrodotoxina está presente en los cuerpos del pez fugu, un pez globo servido en restaurantes japoneses. Cualquier error por parte del chef al cocinar el pescado puede ser fatal para el consumidor. También en Israel hay casos ocasionales de envenenamiento debido al consumo accidental del lagocephalus, también conocido como pez globo dorado medio liso, que invadió el Mediterráneo desde el Mar Rojo a través del Canal de Suez.
Según Davis, la tetrodotoxina es la clave para la creación de zombis. Cuando los bokors administran la toxina a sus víctimas, los paraliza, ralentiza sus latidos y los hace parecer muertos. Varias horas después, generalmente después del entierro, la víctima se recupera y "se levanta de la muerte", sola o con la ayuda del bokor. Dado que la víctima fue enterrada y creció en una cultura que cree en zombis, el nuevo "muerto viviente" cree que se ha convertido en un "zombi". A veces el bokor lo incentiva administrando drogas que embotan los sentidos, como la planta Datura (también conocida como el "pepino zombi") o golpeando a la víctima.
Sin embargo, la mayoría de los investigadores no están de acuerdo con Davis, y alegan que el análisis químico demostró que la cantidad de tetrodotoxina presente en los polvos era insignificante y no podía causar ningún efecto. Además, aunque la toxina puede causar un estado similar a la muerte, es muy poco probable que un bokor administrara la dosis exacta requerida sin matar a la víctima o, por el contrario, sin causar ningún efecto. Algunos investigadores también afirman que Davis había ocultado hallazgos que no se ajustaban a sus afirmaciones.
Aquellos que crecieron en una cultura que cree en zombis tendrán más facilidad para creer que ellos mismos se han convertido en zombis. De "La Noche de los Muertos Vivientes", propiedad común.
Calmar los nervios
Aunque tuvieran una cantidad importante de tetrodotoxina, los polvos de zombi probablemente no lograrían que una víctima pareciera muerta de forma convincente.
La actividad de la tetrodotoxina afecta los canales de sodio, que son proteínas que se encuentran principalmente en las células nerviosas y musculares. Cuando estos canales están abiertos, permiten que los iones (átomos cargados) de sodio entren en las células, y su actividad permite la señalización nerviosa. La tetrodotoxina bloquea el paso de iones por los canales, impidiendo el paso de la señal nerviosa y, en efecto, evitando que los músculos se contraigan. Esto causa parálisis, y cuando la toxina llega a los músculos respiratorios, puede provocar la muerte. La toxina no influye de la misma manera en todos los canales de sodio del cuerpo, y su efecto en el corazón, por ejemplo, es mucho más débil que en los músculos motores.
Cuando se ingiere, por ejemplo, como en un restaurante japonés, la toxina provoca una sensación de picor en los labios, con pérdida completa de la sensación en los labios en menos de 30 minutos. A esto le sigue salivación y, a menudo, náuseas, vómitos y diarrea. A medida que avanza la toxina, la pérdida de sensación se extiende por todo el cuerpo, y se experimentan dificultades para caminar y hablar. En este punto los síntomas se exacerban: se inicia la parálisis, los músculos de la víctima se relajan, la dificultad para respirar puede causar la muerte, se debilitan los latidos del corazón y hay una pérdida de respuesta de la pupila a la luz. Si se expone a una gran dosis de la toxina, la víctima podría perder el conocimiento, dejar de respirar, y morir si no recibe ventilación. Los que no mueren se recuperan después de varias horas, sin daños permanentes.
Algunos de los síntomas tal vez podrían explicar cómo una víctima puede quedar paralizada, con pulso débil y plena conciencia, pero estos síntomas no son similares al estado zombi, ni siquiera a lo que describió Davis, quien no aludió a una parálisis flácida. Según parece, los zombis de Haití son un invento, o casos de identidad errónea de personas con discapacidades o enfermedades mentales. Sin embargo, la tetrodotoxina tiene otros usos para la humanidad: la analgesia de ciertos tipos de dolor y el tratamiento de problemas cardíacos.
La toxina bloquea los canales de sodio en los nervios motores y paraliza muchos músculos. El pez Diodon holocanthus. Fuente: Science Photo Library
Vienen por ti, Bárbara
Durante décadas, la palabra zombi se usó para referirse a los muertos vivientes que sirven a un amo, como los zombis de Haití. Luego vino el zombi moderno: una criatura comehombres violenta y agresiva, insaciable, que solo morirá si es decapitada.
Los zombis modernos aparecieron por primera vez en 1968 en "La Noche de los Muertos Vivientes" de George Andrew Romero, una película de bajo presupuesto que no presentaba siquiera un solo zombi. O al menos, no una criatura llamada así. La inspiración de Romero provino de varias fuentes, la principal de ellas fue un libro de 1954 de Richard Matheson, llamado I am Legend. En el libro, una plaga bacteriana mundial ha convertido a toda la humanidad, excepto al héroe, en criaturas violentas, parecidas a vampiros. En lugar de zombis, la película de Romero presenta cadáveres frescos que se levantan de entre los muertos y que, siguiendo el consejo creativo de su co-guionista, John A. Russo, consumen carne humana. Cuando no estaban persiguiendo a un humano (a media carrera), estos muertos vivientes se movían de forma pesada y torpe, como los zombis que aparecen en White Zombie, otra fuente de inspiración para Romero.
Pero Romero no usó el término "zombi" para describir a las criaturas de "La Noche de los Muertos Vivientes". Creyendo que había creado criaturas completamente nuevas, a pesar de las ideas tomadas de películas anteriores de zombis y vampiros, Romero los llamó Ghouls, ya que pensaba que los zombis eran los esclavos no realmente muertos de Haití. Después de la proyección de la película, los periódicos y los críticos se refirieron a sus muertos vivientes como "zombis" y así les quedó el nombre. En su secuela de 1978, "Amanecer de los Muertos Vivientes", Romero se refirió a las criaturas utilizando el término.
La trama de "La Noche de los Muertos Vivientes" gira en torno a una mujer, Bárbara, y un hombre, Ben, quienes, junto con un grupo de personas en una casa en Pensilvania, se esconden de una muchedumbre de cuerpos que han resucitado de entre los muertos. Bárbara llega a la casa y se encuentra con Ben después de que ella y su hermano fueron atacados en el cementerio por un hombre extraño, del que solo ella logró escapar. Aparentemente, los cuerpos se reanimaron debido a la radiación reflejada por un satélite de la NASA que regresaba de Venus; esa radiación convertía a cualquier cadáver de persona recientemente fallecida en un muerto viviente devorador de hombres. Pero los conflictos reales de la película son entre los humanos vivos, no entre ellos y los monstruos caníbales de afuera. La película completa:
"La Noche de los Muertos Vivientes" es una de las primeras películas en presentar a un protagonista negro, y es la primera película de terror en poner a un actor negro en el papel principal. También es la primera en presentar zombis que no están controlados por un amo exterior. En vez de ello, son cadáveres reanimados que devoran a los humanos, son contagiosos (o al menos tienen una picadura contagiosa letal) y son más numerosos que los humanos. Además, es la primera vez que se muestra a un gobierno tratando de hacer frente a la situación. Romero usó a los zombis como metáfora para criticar la política y la sociedad. En este caso, las críticas se vuelven contra un gobierno ineficiente e implícitamente critica la guerra en Vietnam, lo que demuestra que incluso bajo un ataque zombi, la verdadera amenaza para la humanidad son los propios humanos. Si antes simbolizaban el miedo a la esclavitud, los zombis de esta película encarnan los temores de la sociedad humana moderna.
Vida después de la muerte
Un error por parte de los distribuidores de "La Noche de los Muertos Vivientes" condujo a su lanzamiento inmediato al dominio público, lo que facilitó una oleada de películas que tomaron muchas de sus ideas sin correr el riesgo de violar las leyes de derechos de autor. Esta situación alentó la producción de películas adicionales y el florecimiento del nuevo subgénero de terror, "películas de zombis". A lo largo de los cambios introducidos en las nuevas películas de zombis, por Romero y otros, desde víctimas convertidas en esclavos utilizando poderes sobrenaturales hasta muertos vivientes asesinos hambrientos de carne, casi todas las películas utilizaron a los zombis modernos para criticar a la sociedad humana y exponer la verdadera naturaleza del hombre.
En la década de 2000, se revivió el subgénero de la película de zombis, con el lanzamiento en 2002 de Resident Evil, la primera de una larga serie de películas de zombis basadas en un popular juego de computadora homónimo. En el juego de computadora y en las películas, los zombis surgieron debido a una infección con el "virus T", genéticamente diseñado por la Corporación Umbrella, que puede infectar a vivos y muertos
En ese mismo año, llegó a los cines una película de zombis de bajo presupuesto llamada "28 días después". La película fue un gran éxito comercial y recibió muchos elogios, renovando el género. Los "zombis" de la película no eran muertos vivientes, sino que estaban muy vivos: eran rápidos y violentos y estaban llenos de ira. Debían su existencia a que un grupo de manifestantes a favor de los derechos de animales irrumpió en un laboratorio de investigación en Cambridge y, desoyendo la advertencia de los científicos, liberó a chimpancés infectados con el virus ficticio de la "rabia". Los chimpancés atacaron a sus salvadores y los infectaron con el virus. Las personas infectadas se convirtieron en enfurecidos "zombis" conscientes e incapaces de pensar, decididos a matar o infectar a cualquiera que no estuviera contagiado. El virus se propagó rápidamente por toda la isla británica. Los "zombis" de la película carecen de todo instinto de supervivencia, no comen humanos y, en última instancia, simplemente mueren de hambre. Al igual que sus predecesoras, esta película de zombis critica a la sociedad humana y, al mostrar soldados británicos sin control, señala que los humanos "normales" son un peligro más grave que cualquier zombi.
El éxito comercial de "28 días después" llevó a una mayor publicidad de obras relacionadas con zombis: En 2004, se lanzó una nueva versión de "Amanecer de los Muertos Vivientes" de Romero y la primera comedia zombi exitosa, "El Desesperar de los Muertos". En 2005, Romero volvió a crear películas de zombis y en 2009, salió otra comedia de zombis: "Tierra de Zombis", cuya secuela llegó a los cines diez años después (otra comedia de zombis, "Los Muertos No Mueren" se estrenó a principios de 2019). La exitosa serie de televisión The Walking Dead se estrenó en 2010, basada en una serie de cómics de 2003, con nueve temporadas hasta la fecha. Incluso en Israel se crearon dos películas de zombis: la primera fue una comedia corta llamada Poisoned y la segunda, Cannon Fodder, un largometraje sobre una unidad de élite de las FDI en el Líbano, bajo ataque de zombis. Los libros de zombis más populares incluyen los bestsellers World War Z, Zombie Survival Guide de Max Brooks y The Girl with all the Gifts de Mike Carey.
Trailer de "Los Muertos No Mueren":
El ataque de los propagadores de enfermedades
Los zombis modernos no son creados por magia o exposición a la radiación o gases tóxicos, sino por enfermedades infecciosas. Por lo tanto, pueden servir a la epidemiología, la ciencia que estudia la propagación de enfermedades en las poblaciones, como una alegoría de la propagación de enfermedades infecciosas. Además, abren la puerta para aprender acerca de los agentes de la enfermedad en el mundo real y para discutir, manteniendo la compostura, la epidemiología, el tratamiento y la prevención de las infecciones zombis. La mayoría de estos agentes infecciosos son virus, pero también son candidatos los hongos, otros parásitos e incluso priones, que son proteínas defectuosas que causan enfermedades, como la enfermedad de la vaca loca.
En Resident Evil, por ejemplo, los cadáveres infectados con el virus T surgen de entre los muertos. Obviamente, la infección de un cadáver por un virus que lo reanima para su propio propósito es totalmente ficticia; los fallecidos no vuelven a la vida. Aun así, un artículo publicado en 2017 acerca de experimentos con ratones y peces mostró que algunos procesos continúan funcionando en el cuerpo incluso después de declararse la defunción. La investigación mostró que la expresión génica en diferentes células del cuerpo continúa cambiando hasta cuatro días después de la muerte. Por ejemplo, hay un aumento en la expresión de genes relacionados con procesos inflamatorios, desarrollo fetal y cáncer. Los investigadores creen que esto ocurre porque los mecanismos reguladores, que inhibían la expresión de esos genes en vida, van dejando de funcionar gradualmente después de la muerte, permitiendo que los genes suprimidos "cobren vida" por un corto período. Comprender esta "vida después de la muerte" puede ayudar a mejorar los trasplantes de órganos, que pueden fallar debido a la actividad de estos genes, descontrolados después de la muerte del donante. Del mismo modo, si las células del cuerpo siguen activas después de la muerte, es más fácil aceptar la idea imaginaria de algún tipo de parásito que pueda controlar un cuerpo recientemente fallecido, suministrarle energía y utilizarlo para sus propias necesidades.
Este es el caso del virus que convierte a las personas en zombis en la serie de libros de Max Brooks. Una vez que el virus penetra en el cuerpo, a través de la mordida de un individuo infectado, un trasplante de órgano u otro intercambio de fluidos corporales, el virus migra al cerebro, se multiplica allí y destruye la mayor parte. Eso lleva a la muerte de cualquier persona infectada y reanima al huésped como un zombi violento que se alimenta de humanos. Pero el virus no puede infectar un cadáver, aunque la persona haya fallecido hace poco. Debe infectar el cuerpo antes de la muerte. Excepto por la parte de reanimar a los muertos y la velocidad del brote de la enfermedad, este virus imaginario es bastante similar al virus de la rabia. La rabia puede infectar a cualquier mamífero; se secreta en la saliva y se transmite principalmente a través de la mordedura de un animal infectado. Viaja desde la herida de mordedura por las células nerviosas hasta que llega al cerebro, donde genera una inflamación aguda, cambios de comportamiento y, finalmente, causa la muerte. El 100% de los infectados muere si no se vacunan poco después de ser expuestos al virus.
En la serie The Walking Dead, el mundo entero estaba infectado sin saberlo con el misterioso agente creador de zombis, incluso antes del comienzo de la serie. Los infectados son portadores, y la enfermedad estalla y los convierte en zombis, en "muertos vivientes" solo después de que mueren, después de una infección por la mordedura de un zombi o por otras razones. Regresan de la muerte siempre que su cerebro esté intacto porque, como el virus en los libros de Brooks, el agente causal penetra en el cerebro y opera en este los procesos más básicos, lo que permite a los zombis caminar como un cadáver andante.
En uno de los episodios de la serie, los sobrevivientes llegan a lo que queda del Centro Estadounidense para el Control de Enfermedades (CDC) en Atlanta. Un investigador les muestra un video de un escáner cerebral tomado a la muerte de un hombre y su regreso como un muerto viviente. El investigador explica: “[El agente] penetra en el cerebro de forma similar a la meningitis, las glándulas suprarrenales comienzan a sangrar, se inactiva el cerebro y luego los órganos vitales ... [El agente] reinicia el tronco encefálico. Les hace levantarse y comenzar a moverse. La neocorteza, la parte humana, no se vuelve a activar. El "tú". Es solo una cáscara impulsada por los instintos, sin pensamientos".
Todo está en la cabeza
El hecho de que las lesiones en la cabeza provoquen cambios en el comportamiento ya no es sorprendente, y los medicamentos que afectan el cerebro, la estimulación eléctrica de áreas específicas del cerebro o las cirugías cerebrales se usan para tratar diferentes trastornos.
Un ejemplo famoso de tal trastorno es el caso peculiar de Phineas Gage, un estadounidense de 25 años, capataz de la construcción de ferrocarriles, que a mediados del siglo XIX, trabajaba al sur de Cavendish, Vermont. El 13 de septiembre de 1848 una explosión para abrir camino para los rieles arrojó hacia Gage una barra de hierro de un metro de largo. La barra le atravesó la cabeza y el cerebro, perforando su lóbulo frontal. Para sorpresa de todos, sobrevivió y ni siquiera perdió el conocimiento. Pero el comportamiento de Gage después de la lesión cambió drásticamente; sus amigos dijeron que "ya no era Gage": de un hombre responsable, calculado, meticuloso y normativo, se volvió infantil, grosero, gruñón e irresponsable, y finalmente fue despedido. Hoy sabemos que el lóbulo frontal está vinculado al control de los impulsos y al comportamiento social.
Una noche en 2009, Steven Schlozman, un psiquiatra infantil que imparte un curso sobre psicología de las películas de terror en Harvard, estaba viendo "La Noche de los Muertos Vivientes". Para evitar pensar acerca del reciente diagnóstico de cáncer de mama de su esposa, intentó entender qué tipo de daño cerebral podría conducir a un comportamiento similar al de un zombi. Decidió que los zombis sufrían un síndrome al que denominó: Síndrome de Deficiencia de Saciedad Neurodegenerativa Atáxica; Una forma complicada de decir que los zombis son torpes, caminan lentamente, sufren de daño cerebral y son hambrientos insaciables.
Según Schlozman, el andar típico de los zombis se debe a una lesión en el cerebelo, o "pequeño cerebro", y en los ganglios basales, áreas en el cerebro que son críticas para moverse de manera fluida y continua. La enfermedad de Parkinson, por ejemplo, se caracteriza por la degeneración de las células nerviosas en los ganglios basales. Al igual que en Gage, el lóbulo frontal de los zombis está dañado, la mayor parte de su capacidad cognitiva está deteriorada y no tienen control sobre sus impulsos. Como resultado, la amígdala, una pequeña estructura en el cerebro parecida a una almendra, afecta sus emociones sin cesar y aumenta su agresión y furia. El hambre insaciable proviene del daño a partes del hipotálamo, la parte del cerebro que es responsable de las sensaciones de hambre y saciedad, como lo que podría suceder en las personas que padecen el síndrome de Prader-Willi, el que hace que se sientan constantemente hambrientos. ¿Y por qué los zombis gimen y se quejan? Schlozman afirma que con una dieta como la suya, sufren constantemente de estreñimiento.
Schlozman dio más detalles acerca de una posible causa de una epidemia de zombis en su libro de 2011 The Zombie Autopsies: Un nuevo tipo de prión. Los priones son proteínas cuya versión defectuosa puede unirse a otras proteínas del mismo tipo e inducirlas a cambiar también su conformación, produciendo una reacción en cadena. Cuando la proteína defectuosa se acumula en el cerebro, mata las células nerviosas y el cerebro se vuelve esponjoso y perforado. La enfermedad de Kuru, por ejemplo, es una enfermedad por priones que se transmite al comer cerebros humanos infectados. Los afectados sufren síntomas que suenan familiares: andar torpe, disminución de la capacidad cognitiva, pérdida de capacidad del habla y de coordinación, aparición de llagas en sus cuerpos y, finalmente, muerte.
En la película Zombieland o “Tierra de zombis”, la peste zombi estalla debido a una versión de una enfermedad por priones, la "vaca loca". En realidad, los priones no se transmiten de una persona a otra sin ingerir la proteína infectada, así que no hay posibilidad de que los zombis sean infecciosos. Para resolver este problema, Schlozman inventó en su libro un prión combinado con el virus de la gripe, haciéndolo transmisible por el aire. Cuando Schlozman fue entrevistado por una estación de radio, se habló en broma de su libro como si fuera real, lo cual provocó un leve pánico en el público. Algunos de los oyentes creían que en realidad había una enfermedad creadora de zombis y sentían confusión, lo cual evocó el efecto que tuvo la emisión de “La Guerra de los Mundos” de Orson Welles en 1938. Puede sonar extraño que la gente crea en tales cuentos, pero durante el brote de ébola en 2014 hubo historias en Internet que afirmaban que el virus resucitaba a los muertos y se hablaba del peligro de un apocalipsis zombi, y hubo una necesidad real de refutar estas historias. Incluso hoy en día, no son desconocidas las personas que creen en cosas tan infundadas como que la Tierra es plana o que las vacunas son peligrosas.
El amo interior
En algunas historias de zombis, el agente de zombificación infecciosa no causa daño cerebral, sino que cambia el comportamiento de su huésped, el humano infectado. El virus "rabia" en "28 días después" es un ejemplo de tal agente. En el juego de computadora The Last of Us y en el libro The Girl with All the Gifts (que es muy recomendable), un mutante ficticio del parásito fúngico real Ophiocordyceps unilateralis es la causa de una plaga zombi. Los infectados por el hongo son controlados por éste y se convierten en criaturas hambrientas y violentas, pierden la mayoría de sus funciones cognitivas y se alimentan principalmente de humanos. Cuanto más tiempo está infectado el huésped, más cambios acumula. Estos son zombis vivos, no muertos, y aunque no hay un bokor que los controle, sí tienen un amo: el parásito que crece dentro de ellos.
Al contrario de los zombis mencionados antes, los parásitos que toman el control de otras criaturas vivientes y los convierten en seres similares a zombis existen de verdad en la naturaleza. Sin embargo, no se ha encontrado ninguno que controle a los humanos. Incluso el virus de la rabia no hace que las personas infectadas con él anden buscando a otras personas para morder.
En nuestro mundo, el hongo O. unilateralis infecta a las hormigas, no a los humanos, por lo que no es sorprendente su apodo "hongo hormiga zombi". Su interacción parasitaria con hormigas tiene una historia de decenas de millones de años y es conocida por la ciencia por más de cien años: Fue descubierta en 1859 por uno de los padres de la teoría de la evolución: Alfred Russel Wallace.
El hongo hace que una hormiga infectada camine de manera extraña, como un zombi, lejos del nido, que luego trepe a una planta y se adhiera por las mandíbulas a la parte inferior de una hoja. La hormiga muere en unos diez días, pero el hongo está "preparado" para esto: Desmantela los músculos de la mandíbula de la hormiga después de que ésta se haya adherido a la parte inferior de la hoja, de modo que la hormiga permanezca pegada a la hoja incluso después de morir. Ahora el hongo puede hacer brotar nuevas hifas del cuerpo de la hormiga, propagando esporas infecciosas. Las esporas penetrarán en los cuerpos de las hormigas que corren cerca de la planta y brotarán dentro de ellas. El hongo luego se propaga por los cuerpos de las hormigas y, de 16 a 25 días después, las envía a la muerte de manera similar.
Hasta hace aproximadamente un año y medio, los investigadores creían que el hongo penetraba en el cerebro de las hormigas para controlarlas, pero resulta que las células fúngicas se diseminan por todo el cuerpo de la hormiga: cabeza, pecho, estómago, piernas y músculos, en todas partes excepto el cerebro. Los investigadores que descubrieron esto creen que la razón es que el daño cerebral mataría al huésped antes de que el parásito pudiera reproducirse e infectar a otras hormigas. En cambio, controla las hormigas usando diferentes métodos. Quizás al controlar directamente los músculos de la hormiga, el pobre insecto se mueve como una marioneta, su cuerpo sin obedecer a su cerebro. O, más probable, controla la hormiga al secretar ciertos químicos en el cerebro totalmente funcional de la hormiga. Esta es también la razón por la que es poco probable que los zombis se coman el cerebro de sus víctimas, excepto en parodias baratas. Los zombis no pueden existir sin cerebros y las víctimas a las que les comieron el cerebro no pueden resucitar como zombis.
La hormiga está evolutivamente distante de los humanos, pero en la naturaleza hay ejemplos de parásitos que cambian el comportamiento de animales más estrechamente relacionados con nosotros. Uno de ellos es el trematodo, un gusano parásito del pez Killi. Cuando se infectan con trematodo, estos peces nadan cerca de la superficie del agua y ocasionalmente se sacuden y salen a la superficie, exponiendo sus vientres plateados y atrayendo aves depredadoras. Las aves que se alimentan de peces son el huésped definitivo del parásito; es decir, el trematodo puede reproducirse sexualmente únicamente en las aves. Los peces no infectados tienden a mantenerse alejados de la superficie del agua y son capturados con mucha menos frecuencia que los infectados.
El ciclo de infección comienza en los caracoles de agua, que consumen excrementos de pájaros que transportan los huevos del gusano. Luego, el parásito abandona los caracoles para encontrar un pez, se aferra a las branquias del pez Killi y se abre camino a su cerebro. Una vez en el cerebro, el gusano secreta sustancias químicas que disminuyen los niveles del neurotransmisor serotonina y aumentan los de la dopamina. Aparentemente, esto está relacionado con el cambio en el comportamiento del pez.
Un ejemplo aún más conocido de un parásito que cambia el comportamiento de su huésped es el parásito unicelular Toxoplasma gondii, que infecta a una variedad de mamíferos y aves, y cuyos huéspedes definitivos son los gatos. De camino al gato, el toxoplasma infecta a ratas y ratones, penetra en sus cerebros y les hace perder permanentemente su arraigado miedo a los gatos, y solo a los gatos. Por lo tanto, el gato obtiene una comida fácil y además el toxoplasma. El parásito llega al intestino del gato, donde se desarrolla hasta la edad adulta y se reproduce sexualmente, produciendo ovocitos de paredes gruesas. Estos se secretan en las heces del gato y se dispersan por el suelo, agua, comida o cualquier cosa potencialmente contaminada con las heces, hasta que son ingeridas accidentalmente por un nuevo huésped intermediario.
A pesar de las historias, no se ha encontrado ninguna conexión entre el síndrome de la "loca de los gatos" y la toxoplasmosis; el parásito no afecta el comportamiento de los humanos ni de sus parientes cercanos.
Una hormiga controlada por el mortal parásito O. unilateralis, colgando de una hoja. Las hifas fúngicas brotan de la cabeza de la hormiga. Fotografía: Penn State University
Cómo sobrevivir a un ataque zombi
Aunque los zombis no son reales, aún podemos aprender de ellos. Zombie Autopsies de Schlozman es una herramienta para aprender acerca de las ciencias del cerebro. El CDC incluso mencionó el síndrome inventado por Schlozman cuando, durante el mes de concientización sobre zombis de 2011, utilizó un apocalipsis zombi como oportunidad para enseñar preparación para emergencias y desastres. La publicidad tuvo tanto éxito que el sitio web del CDC se bloqueó debido a una sobrecarga de visitantes. Un año después, el CDC publicó una lista de lo que se debe y no se debe hacer para sobrevivir en un mundo de "muertos vivientes". Además, el sitio web del CDC contiene cómics y diseños de lecciones para prepararse para el apocalipsis zombi. Incluso las Fuerzas Armadas y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos usan zombis como una herramienta práctica para hacer frente a grandes desastres inesperados.
Si te da curiosidad, el CDC recomienda preparar un kit de emergencia que incluye tres litros y medio de agua por día por persona, comida enlatada u otros alimentos que no requieran condiciones especiales de almacenamiento, herramientas básicas de trabajo, una radio y baterías, medicamentos, un botiquín de primeros auxilios, documentos importantes, etc. Las instrucciones también incluyen la predeterminación de una zona de reunión segura en caso de emergencia, así como una ruta de escape libre de amenazas. Lo que falta en la lista del CDC son las armas, lo cual no sorprende, teniendo en cuenta que el verdadero propósito del CDC es prepararse para emergencias más comunes que los zombis: huracanes, inundaciones o una epidemia común y corriente.
En su blog, la epidemióloga Keren Landsman agregó sus propios consejos de defensa para enfrentar zombis u otras enfermedades desconocidas.
Pero si a pesar de todo esto se produce un apocalipsis zombi, los modelos matemáticos utilizados en la investigación sobre las plagas sin zombis muestran que se puede sobrevivir e incluso es posible frustrarlo.
En 2009, un grupo de matemáticos de Canadá publicó un modelo que predice la velocidad de propagación de zombis en la población, mostrando qué método debería emplear el gobierno para contrarrestar mejor su propagación. Los zombis elegidos para este modelo eran muertos vivientes lentos y devoradores de humanos, que por lo tanto vivirían para siempre si no eran destruidos. Una persona atacada (mordida) se convierte en zombi solo después de 24 horas, y durante ese tiempo, puede infectar a otros incluso antes de convertirse en zombi. Según el modelo, si un solo zombi llegara a una ciudad de medio millón de habitantes, en ocho días todos los habitantes se conviertirían en zombis y la especie humana prácticamente se extinguiría. Fracasarían los intentos de poner en cuarentena o tratar a los individuos infectados, y según parece, los zombis siempre salen ganando.
La única forma de eliminar a los zombis y salvar a la humanidad es destruir a todos los zombis encontrados, una y otra vez, lo más rápido posible. Después de varias oleadas de matar zombis, los zombis dejan de existir y los habitantes de la ciudad pueden estar seguros, al menos, hasta el próximo zombi. Un método similar erradicó la viruela, no exterminando a los enfermos, sino mediante una vacunación general que eliminó los escondites del virus. Hasta el momento, este método no está funcionando para erradicar el sarampión que está arransando, debido a la lenta y débil respuesta de los gobiernos, a la negativa de las personas a vacunarse y por lo tanto a protegerse a sí mismos y a los demás, y a las personas infectadas que se mueven libremente en la población.
El modelo que desarrollaron los canadienses permite predecir el comportamiento de enfermedades reales que tienen un período de incubación. En 2013, un par de investigadores estadounidenses mejoraron el modelo para representar mejor a los zombis tal como se los retrata en las películas más antiguas y, mientras tanto, predecir también con cierta precisión la propagación de la gripe y otras enfermedades reales.
Golpear al zombi en la cabeza lo más fuerte posible. Una cucaracha se defiende pateando a una avispa parásita. Fotografía: Kenneth Catania, Vanderbilt University.
¿Dónde estabas cuando se desató el apocalipsis?
En 2015, otro grupo de investigadores probó lo que sucedería si ocurriera un brote zombi en los Estados Unidos. Como era de esperar, el modelo del grupo mostró que los lugares más peligrosos eran los centros urbanos y otros espacios llenos de gente, donde es fácil para los zombis atacar e infectar a nuevas víctimas. Las áreas menos pobladas, como las Montañas Rocallosas, son las más seguras.
Después de 28 días, el peligro en los centros urbanos disminuye y los espacios abiertos en torno a las ciudades se vuelven más peligrosos para los humanos. Pero obviamente, si los humanos escaparan de vuelta a los centros urbanos, los zombis nuevamente tendrían a quién infectar allí y el peligro aumentaría una vez más.
Los investigadores también usaron modelos epidemiológicos para predecir la propagación de la enfermedad, aplicándolos a las características de los zombis modernos: no hay forma de revertir la condición de zombi y no es fatal. Un zombi solo muere si alguien lo mata.
El modelo integró datos sobre las probabilidades de infectarse en comparación con las probabilidades de matar a un zombi, que se calcularon en función de ver Desesperar de los Muertos y otras películas de zombis. Así es como los investigadores determinaron la tasa de propagación de la enfermedad y los cambios en ésta con el tiempo. Estos modelos y supuestos están disponibles a través de un simulador de plaga zombi creado por los investigadores. Si lo deseas, puedes tratar de destruir a la humanidad en un apocalipsis zombi.
Sin embargo, si te encuentras en una ciudad llena de gente, probablemente sea mejor escapar al centro comercial más cercano, donde hay alimentos y muchos escondites. Según un artículo publicado en 2009, que no estaba directamente relacionado con los zombis, las probabilidades de escapar con éxito de los depredadores que "se mueven al azar", como algunos de los zombis, antes de ver a sus presas, son mayores cuando el espacio en que uno se esconde es más complejo, como un laberinto. Si los zombis de todos modos te encuentran, sigue el consejo de la cucaracha que se defiende de la avispa que intenta convertirla en una muerta viviente: Protege tu cuerpo y golpea violentamente al zombi en la cabeza, una y otra vez, con un hacha, un palo con clavos o un bate de béisbol envuelto en alambre de púas llamado "Lucile".
Hasta que llegue el apocalipsis, no seas zombi: Prepárate para emergencias, protégete a ti mismo y protege al público de los agentes que causan enfermedades. Vacúnate según las recomendaciones del Ministerio de Salud, mantén una buena higiene, estornuda en el pliegue del codo y no en la mano, y si tienes una enfermedad infecciosa, no la propagues. Y lo más importante, quédate en casa y trata de controlar tus ganas de morder a la gente.